La vida plena (la resucitación de Lázaro).  El quinto domingo de Cuaresma es un canto a la esperanza. Como dice el salmo 129 de hoy: “del Señor viene la misericordia, la redención copiosa”.

Somos invitadas/os a contemplar la realidad final, la muerte, la realidad abismal de la nada. Que está ahí desde siempre y para siempre.  ¿Cómo afrontar este final sin desesperar? Desde la plena confianza en Dios.

Se nos invita a no perder de vista la misericordia de Dios, que es Amor. La realidad de la vida nos pesa y muchas veces no nos deja caminar o avanzar.
¿Cómo vamos a proseguir? La misericordia de Dios es eterna, es mucho más grande que todo lo que podamos imaginar, porque “de Ti procede el perdón, y así infundes respeto”. 

La conversión cuaresmal para vivir el Evangelio, la buena nueva de Dios en Jesús, por la fuerza del Espíritu, se concreta en este hermoso verso: “Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra”.

La espera esperanzada de una vida que es mía, pero está cuidada por Dios mismo. Él es el que me guía, me cuida, me protege. 
Un Jesús que llora la muerte de su amigo Lázaro y lo levanta del sepulcro. Le transforma y le vivifica. Su palabra es resurrección y gloria.

Xabier Andonegi