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En Gipuzkoa, la crisis de la vivienda no solo afecta a quienes viven en la calle, sino también a familias enteras que deben afrontar un esfuerzo económico desmesurado para poder pagar un alquiler.

La historia de Nayeli nos recuerda que no estamos hablando de estadísticas, sino de personas.

Hace dos años y medio, Nayeli dejó Nicaragua junto a su esposo y su hijo. En su país, Nayeli cursaba estudios universitarios de Lengua Inglesa, pero la inesperada clausura de la universidad truncó su formación. Según informes de organizaciones internacionales, las restricciones y represiones gubernamentales desde 2018 han impactado gravemente la educación superior en Nicaragua. Su esposo, formado como auxiliar de enfermería, tampoco logró ejercer su profesión.

La madre de Nayeli había pasado 13 años en Donostia trabajando como empleada interna, hasta que un problema de salud la obligó a regresar a Nicaragua. Consciente de las dificultades económicas y las limitadas oportunidades en su país, fue ella quien motivó a Nayeli a emigrar, convencida de que en otro lugar podría encontrar mejores oportunidades laborales y garantizar un futuro más prometedor para su hijo.

Era 2022. Una amiga de su madre acogió a Nayeli y a su familia en su casa, un pequeño apartamento sin cédula de habitabilidad, donde les cedió la única cama que tenía. Así pasaron once meses, trabajando algunas horas sueltas en el cuidado de personas mayores, pero sin estar asegurados. Tampoco podían acceder a apoyos sociales al no estar empadronados. La amiga de su madre, también de origen nicaragüense, temía que, al registrarse en la vivienda, pudieran terminar los cuatro en la calle.

Un día, alguien le habló a Nayeli de Caritas. Ella, que al igual que su marido había llegado a cursar estudios universitarios, nunca imaginó que tendría que pedir ayuda. En la Caritas de Intxaurrondo fue atendida por dos voluntarias que se sentaron junto a ella y la escucharon. Para ese momento, su vida había dado un nuevo giro que la impulsaba aún más en busca de un futuro mejor: la pequeña Amaia ya venía en camino.

Al cabo de unas semanas, su marido comenzó a colaborar en Altza-Baratza, la huerta ocupacional de Caritas, donde tres días a la semana siembra y cosecha productos mientras aprende un oficio que, tal vez, le abra una oportunidad laboral en el futuro. Por su parte, Nayeli se inscribió en un curso de auxiliar de geriatría, una profesión que ha descubierto que le apasiona y que la motiva a trabajar para obtener el título sociosanitario y homologar su formación.

El esfuerzo estaba siendo considerable, pero, mientras tanto, una educadora del programa de vivienda Zubia se puso en contacto con Nayeli. Uno de los pisos de Caritas había quedado disponible y se lo ofrecieron temporalmente. Poco después de instalarse en la pequeña vivienda, nació Amaia, que hoy tiene cuatro meses.

A pesar de las dificultades, Nayeli se siente feliz. Este mismo mes finalizarán el proceso para regularizar su situación administrativa. Existe la posibilidad de que su marido consiga un trabajo por horas, y se espera que a principios de año se abra una nueva convocatoria para el curso sociosanitario, al que Nayeli espera poder acceder. Su pequeña está sana y su hijo, que pronto cumplirá 7 años, sigue queriendo asistir al mismo colegio donde comenzó al llegar, aunque ahora deba tomar dos autobuses cada mañana. Para Nayeli, esto refleja que está echando raíces, y junto a él, también el resto de la familia.

Nayeli, que al igual que su marido había llegado a cursar estudios universitarios,
nunca imaginó que tendría que pedir ayuda.

En la Caritas de Intxaurrondo fue atendida por dos voluntarias que se sentaron junto a ella y la escucharon.
¿Por qué te contamos la historia de Nayeli?

En Gipuzkoa, la crisis de la vivienda no solo afecta a quienes viven en la calle, sino también a familias enteras que deben afrontar un esfuerzo económico desmesurado para poder pagar un alquiler. Según un informe reciente del Observatorio Vasco de la Vivienda, el 74,8% de las personas que residen en viviendas de alquiler libre en Euskadi destinan más del 30% de sus ingresos al pago de la renta, lo que afecta a más de 32.000 familias. Con ingresos medios de apenas 1.268 euros mensuales, estas familias enfrentan un desafío constante para mantener una vivienda adecuada.

La situación es particularmente preocupante para familias como la de Nayeli, que actualmente vive en un piso temporal cedido por Cáritas. Aunque esta ayuda les ha dado un respiro, la incertidumbre sobre el futuro es palpable, ya que el mercado de alquiler libre impone barreras casi insuperables para quienes cuentan con recursos económicos limitados.

A pesar de que las ayudas sociales, como la RGI o las prestaciones municipales, benefician a dos de cada tres hogares en esta situación, no son suficientes para cubrir la brecha entre ingresos y gastos. Los datos de Eustat revelan que el precio medio por metro cuadrado de la vivienda libre en Gipuzkoa alcanzó los 3.664 euros en octubre de 2024, un máximo histórico que agrava aún más la crisis habitacional, especialmente para las familias en situación de exclusión.

Cuando pensamos en el sinhogarismo, a menudo imaginamos a una persona, habitualmente hombre, que vive en la calle. Sin embargo, no podemos ignorar la realidad de familias enteras, muchas con menores a su cuidado, que carecen de un hogar digno.

En Caritas Gipuzkoa hemos identificado una problemática invisible hasta ahora: familias con niños y niñas que viven o están en riesgo de vivir en la calle. A ello se suma la difícil situación de quienes malviven en habitaciones alquiladas o cedidas en pisos compartidos, enfrentando condiciones de habitabilidad precarias.

La historia de Nayeli es el reflejo de una crisis mucho más profunda. Como tantas otras familias, tuvo que abandonar su país en busca de seguridad y oportunidades. Sin embargo, al llegar aquí, se encontró con barreras legales y sociales: once meses sin poder empadronarse significaron once meses sin acceso a ayudas básicas, sanidad o prestaciones sociales.

En Gipuzkoa, la Encuesta de Pobreza y Exclusión Social de 2022 indica que el 9,7% de la población está en situación de exclusión severa, mientras que el 6,4% se encuentra en exclusión moderada. Esto significa que un 16,1% de las personas en Gipuzkoa se enfrentan a dificultades significativas para integrarse plenamente en la sociedad.

La historia de Nayeli nos recuerda que no estamos hablando de estadísticas, sino de personas. Su lucha por encontrar estabilidad y construir un futuro para su familia refleja la urgencia de garantizar el acceso a una vivienda digna como un derecho fundamental. La lucha contra la exclusión social y la precariedad habitacional no es solo un desafío de políticas públicas, sino de toda la sociedad.

Lo dijo el papa Francisco en la II Jornada Mundial de las Personas Pobres de 2018, "tener un hogar es fundamental para la dignidad humana". En esta Navidad, recordamos que el propio Jesús de Nazaret nació en la precariedad, sin un lugar digno donde descansar: “... y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada” (Lc 2, 6-7). La historia de esta familia migrante nos invita a contemplar en ellos el rostro de Cristo y a comprometernos activamente con su realidad. El propio papa Francisco nos insta directamente, "es hora de pasar de las palabras a las acciones concretas".

Caritas Gipuzkoa con las familias en situación social precaria y en riesgo de exclusión residencial.

Caritas Gipuzkoa trabaja activamente para apoyar a las familias que enfrentan precariedad social y riesgo de exclusión residencial. A través del programa Zubia, dispone de una red de 19 viviendas que ofrecen un hogar temporal a algunas de las familias acompañadas, brindándoles un espacio de estabilidad mientras reconstruyen sus vidas.

Además, la red de Caritas parroquial contribuye de manera significativa apoyando económicamente a las familias que afrontan gastos desmesurados relacionados con la vivienda. En concreto, un 30% de las ayudas directas a familias de Caritas Gipuzkoa en 2023 (algo más de 890.000 €) se destinó a gastos relacionados con la vivienda, como alquileres o pago de suministros. Otro 40% sirvió para sufragar necesidades básicas, como la alimentación o la higiene.

Desde Caritas Gipuzkoa también se impulsan programas ocupacionales (huertas) y talleres formativos en cocina, geriatría o, por ejemplo, primeros auxilios (programa Miriam) que promueven la cualificación y el acceso al empleo, claves para avanzar hacia la autonomía y la integración social de las familias.

¿Qué proponemos a las administraciones públicas?

Según Etxebide, las solicitudes de vivienda protegida en alquiler han aumentado significativamente en los últimos años, especialmente entre las mujeres, que representan el 45,4% de la demanda. Es crucial ampliar la oferta de alquiler protegido, priorizando a las familias con menores ingresos y aquellas que se encuentran en situación de exclusión social.

Aunque la Prestación Complementaria de Vivienda (PCV) beneficia a muchas familias en situación de exclusión, sigue siendo insuficiente para cubrir la brecha entre ingresos y gastos en el mercado de alquiler libre. Es fundamental aumentar la dotación presupuestaria destinada a la PCV para garantizar que más hogares puedan acceder a esta ayuda. Además, resulta imprescindible simplificar los trámites administrativos, agilizando el proceso para que las familias más vulnerables reciban este apoyo de manera oportuna y efectiva, evitando que caigan en situaciones de exclusión residencial.

La exclusión residencial no solo es un problema económico, sino también una cuestión de justicia social. Es necesario promover campañas de sensibilización que muestren las realidades que enfrentan familias como la de Nayeli y movilicen el compromiso colectivo para abordar estas problemáticas.

Y a la sociedad: ¿Qué puedes hacer tú?

Contribuye con tu donación a entidades como Caritas, que trabajan para garantizar un hogar digno a las familias en situación de exclusión residencial. Cada aportación, por pequeña que sea, suma para ofrecer oportunidades y estabilidad.

Dedica tu tiempo a acompañar a las familias que atraviesan momentos difíciles. Tu apoyo puede ser clave para su integración, ya sea colaborando en programas ocupacionales, educativos o de acompañamiento social.

Si dispones de una vivienda vacía, considera la posibilidad de destinarla al alquiler social, garantizando un espacio seguro para quienes lo necesitan.

Comparte y difunde mensajes que promuevan la empatía y la solidaridad hacia las personas en situación de exclusión residencial. Participa en actividades y eventos que busquen movilizar a la sociedad. La sensibilización es clave para romper estigmas y generar una mayor comprensión sobre las dificultades que enfrentan muchas familias

Únete a iniciativas ciudadanas o plataformas que promuevan políticas públicas más inclusivas y justas en materia de vivienda. Tu voz puede ser un motor de cambio para garantizar el acceso a un hogar digno para todas las personas.