Caritas Gipuzkoa ha abierto Miriam Etxea, un nuevo hogar pensado para acompañar a mujeres adultas que viven situaciones de desprotección y exclusión social. La inauguración ha tenido lugar a las 12:30 horas en el convento de las Agustinas de Errenteria, un espacio cedido generosamente a la Diócesis por la comunidad de madres Agustinas, que ha querido sumarse de manera activa y hospitalaria a este proyecto.
En el acto han participado el obispo D. Fernando Prado, el vicario general D. Mikel Aranguren, la comunidad de Agustinas, la dirección de Caritas Gipuzkoa y el equipo profesional y voluntario que atenderá el proyecto, además de otras personas que han querido acompañar este momento tan especial.
Un proyecto nacido del deseo de cuidar y de abrir oportunidades
Miriam Etxea ha nacido como un signo diocesano que pone el broche final al Jubileo de la Esperanza. Su origen está estrechamente ligado al deseo expresado por el obispo, que soñaba con un espacio donde mujeres en situación de vulnerabilidad pudieran sentirse en casa, reconocidas y acompañadas. Caritas Gipuzkoa ha agradecido de manera especial su impulso, que ha permitido convertir ese deseo en un proyecto pionero y necesario; un proyecto concreto y lleno de vida.
Mujeres en situación de exclusión “invisible” que necesitan un lugar seguro
Las primeras seis mujeres han llegado hoy para iniciar su proceso vital en Miriam Etxea. Sus edades oscilan entre los 30 y los 45 años, y todas ellas comparten una historia marcada por la desprotección social y la falta de oportunidades. Todas ellas son migrantes, con una amplia diversidad de orígenes y bagajes culturales.
Son mujeres que, en muchos casos, viven en una situación de exclusión “invisible”: mantienen una vida aparentemente normalizada, pero sin permiso de residencia ni de trabajo, sin acceso a la sanidad, sin posibilidad de solicitar ayudas públicas y, en muchos casos, sin una red de protección mínima. A lo largo de su historia han afrontado violencias de distinto tipo y han tenido que sostener su día a día en condiciones muy duras y en silencio. Hoy dan un paso importante al llegar a un espacio donde puedan rehacer su proyecto vital con acompañamiento y confianza, y evitar así el riesgo del sinhogarismo y de la más severa exclusión.
Un hogar donde empezar de nuevo
Miriam Etxea ha abierto sus puertas con seis habitaciones individuales y espacios comunes que invitan a convivir, aprender y compartir la vida cotidiana. Cada mujer podrá empadronarse, un paso fundamental para comenzar su proceso de inclusión y acceder a derechos sociales.
El proceso que iniciarán es personalizado y respetuoso con su propio ritmo. El centro acompaña, pero son ellas quienes recorrerán su camino hacia la autonomía total. La convivencia entre mujeres de orígenes diversos será también un aprendizaje mutuo y una oportunidad para construir comunidad.
La feminización de la pobreza: una realidad que interpela
Tal y como señala el último informe FOESSA sobre Exclusión y Desarrollo Social en Euskadi, la tasa de exclusión entre hogares encabezados por mujeres es más de 5 puntos superior a la tasa de los hogares encabezados por hombres, en concreto, del 15,4 % frente al 10%. Una brecha aún mayor en el conjunto del estado, donde la tasa de hogares encabezados por mujeres en exclusión es del 24,3 %, frente al 17,1 % de los hogares encabezados por hombres.
Las dificultades para acceder a vivienda, empleo estable o protección pública se intensifican entre mujeres migrantes, lo que refuerza la necesidad de recursos especializados como Miriam Etxea. Así, este centro quiere ser una respuesta concreta y cercana a esas realidades. Un lugar donde sentirse acogidas y acompañadas, y donde puedan reconstruir su vida con dignidad.
Una casa abierta al barrio y a la comunidad
Miriam Etxea nace con una clara vocación comunitaria. Quiere ser una casa abierta al barrio, un espacio capaz de tejer vínculos, de sumar cuidados y de generar relaciones sanas y transformadoras. Con la inauguración de hoy se pone en marcha un proyecto que se irá ampliando paulatinamente a más personas; un proyecto humilde por el momento, pero grande en esperanza y en su capacidad para cambiar vidas.