
En el silencio de nuestros hogares, hemos redescubierto la importancia de la sencillez y de mantener la mirada fija en lo esencial.
Es, en este silencio, en el cuidado de lo esencial, donde encontramos un tiempo favorable para volver a sentir que nos necesitamos unos a otros.
Hemos de ir de la mano, con paciencia y la mirada puesta en las personas más frágiles.
Necesitamos de los demás, de la capacidad de cuidar, acompañar y amar que tenemos. La sociedad necesita de personas implicadas en la vida de la comunidad; en el territorio; en la parroquia, en el barrio.
Comunidad, cuidado, compromiso, corresponsabilidad, compasión construyen el futuro de nuestra humanidad. Son parte imprescindible del bien común que protegen a todas las personas con firmeza y sostenibilidad.