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HISTORIAS DE VIDA
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HISTORIAS DE VIDA

El pasado 4 de junio, Caritas Gipuzkoa presentó la Memoria del 2020 en un contexto muy especial. Una grave crisis sanitaria que ha traído consecuencias sociales, económicas y emocionales, y que permanecerán, probablemente, durante los próximos años. 

En este contexto, 19.425 personas se beneficiaron de los apoyos socioeconómicos: 9.024 hogares.

De estas personas, 4.943 acudieron por primera vez a nuestra entidad. Es decir, el 25, 4% del total de personas beneficiadas, son personas que antes de esta crisis resolvían su situación socioeconómica. 

En este mismo sentido, la memoria arroja información sobre los perfiles y situaciones de las personas que se vieron obligadas a tocar la puerta de Caritas Gipuzkoa en el año 2020:

  • El 42,8% (2.125 personas) fueron menores de 30 años.
  • El 87% (4.300 personas) fueron de origen extranjero. 
  • El 37,94 % de ellas conforman hogares unipersonales.

El rejuvenecimiento de la pobreza es una tendencia que constatamos en nuestra atención social en los últimos 5 años, que junto con la falta de red social, el aislamiento y la soledad social de las personas que atendemos nos preocupan.

 

POR UN FUTURO

Detrás de estos datos, hay personas con nombres, con rostros, vivencias e historias sobre sus espaldas... Como la de Ariel (34 años). Confiesa que a veces –en bastantes ocasiones– le da muchas vueltas a la cabeza y que “todo eso” le pone nervioso. Que ¿por qué? Por su situación legal; la raíz de sus preocupaciones. Ariel vive solo y revela que al principio se sintió vulnerable. “Bastante vulnerable”, añade. 

Aterrizó en Gipuzkoa en enero de 2019 y recuerda como “muy duros” los primeros pasos. “Este es un país diferente al mío: otra cultura, otra gastronomía… Pero conforme pasa el tiempo estoy intentando integrarme. Mi situación ha cambiado…”. Ha cambiado algo. Actualmente, puede pagarse una habitación y ha hecho algunas amistades.

A Ariel, le gustaría seguir trabajando, pero con más estabilidad. No olvida que en el confinamiento perdió su puesto de trabajo. Durante aquel tiempo fue ayudado y acompañado por CARITAS GIPUZKOA. Desde entonces ha trabajado “en lo que me salía”. Generalmente, cuidando a personas mayores “por días u horas”. 

Recientemente ha obtenido un permiso de trabajo y está finalizando las prácticas de un curso sociosanitario a domicilio. Se le nota más animado. “¿Mi siguiente objetivo?”, pregunta. “Seguir trabajando y realizar otra formación”. El curso lo tiene claro: sociosanitario de residencia. El cuidado de las personas lo lleva dentro: “En mi país era enfermero”. ¿Y después? “Legalizarme e ir a visitar mi madre y mis hermanos a Nicaragua”.

 

VECINAS Y VECINOS

La repercusión de las dificultades de acceso a derechos sociales y la falta de apoyos familiares hacen que el colectivo emigrante, necesite mayor protección social para sentirse parte de la sociedad en la que vive. 

Yolani conoce de cerca esta realidad. No ha sido una vida fácil la suya. Tras dejar atrás su Honduras natal tomó tierra en febrero de hace dos años en Gipuzkoa. Emigró buscando materializar su sueño. “Vine acá con el propósito de ayudar a la familia… pero es difícil. Sigo luchando para lograr los objetivos que marqué cuando salí de mi país. Un gran sacrificio…”.

Se muestra muy agradecida con Caritas Gipuzkoa. “Me abrieron las puertas, me proporcionaron alimentación… El trabajador social de Caritas Gipuzkoa ha estado muy pendientes de mí. Me apoyaron en todo”.

Antes del Estado de Alarma logró un trabajo por horas limpiando una casa, “pero con la llegada de la pandemia no pude salir de casa y me quedé sin trabajo… Había que pagar el alquiler de la vivienda”. Yolani reconoce que casi no tiene amistades por lo que me considero también una extraña en la sociedad en la que vive: “Siento soledad. Mucha”.

En su país residen sus cuatro hijas/os. Fueron ellas/os los que le animaron para que diera el paso de que emigrara a Europa. “Muchas veces me siento vacía. Los echo mucho de menos, pero cuando hablo por teléfono con ellas/os, me alientan… Quiero proporcionarles una buena educación y para ello necesito que se ‘abran’ las puertas para trabajar y podamos salir adelante”.  

La soledad, el aislamiento social, la falta o baja intensidad de redes familiares de muchas de las personas de nuestro entorno, nos indican la necesidad de volver a comprometernos para impulsar a la generación de relaciones sociales de nuestros barrios. La comunidad juega un papel importante en la creación de redes de apoyo para ayudar a disminuir la soledad; construir vecindad para cuidar, para sentirse parte. 

Como señalaba la campaña del Día de la Caridad del pasado 6 de junio, trabajemos para que Seamos más pueblo. Seamos vecinas y vecinos que escuchan, que acompañan, que sostienen la vida de la comunidad.


Ese calor lo agradece Luz, ya que con 65 años decidió saltar el charco y emigrar. Hace dos años llegó al País Vasco. “Fue duro”, recuerda. A esto hay que añadirle la pandemia. Pero la incertidumbre le preocupó aún más. 

Atendida y acompañada desde el proyecto Miriam –programa atención integral de la mujer–, ha participado en los diferentes talleres formativos, se muestra muy agradecida a CARITAS GIPUZKOA por la ayuda recibida. “Estamos saliendo adelante”, subraya. “Actualmente, trabajo 4 horas al día, de lunes a viernes, cuidando a una mujer”.  

Luz reconoce que nunca pensó que emigraría. “Nunca”, remarca. Casi la mitad de su vida la ha pasado arrimando el hombro. “Trabajé 35 años en mi país (Colombia) en una clínica en el ámbito de la odontología; tengo el diploma”, añade. “Trabajé también de auxiliar”. 

Revela que se encuentra bien. A gusto. “Vivo con su hijo; él vino hace 4 años”. Luz, no es de salir mucho, prefiere quedarse en casa y cocinar con su hijo ‘a lo colombiano’. “Eso me relaja”. Sigue echando raíces poco a poco. En relación a su futuro, lo tiene claro. “Lograr los papeles, estar más tranquila y poder viajar a Colombia para volver a ver a mi familia”. Seguro que lo consigue porque, poco a poco, Luz vislumbra una luz al final del túnel. 

Tres historias de vida, ARIEL, YOLANI, y LUZ  que recogen con nombres propios los datos de la Memoria de CARITAS GIPUZKOA que refleja que las personas migrantes, la gente joven, el acceso a una situación administrativa regularizada, el empleo y la inclusión a través de las redes comunitarias, son los retos en los que profundiza esta pandemia. Retos que reclaman, por lo menos, dos acciones: mayor protección social de las políticas públicas y la construcción social de lo comunitario.  

 

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